Ayer eras un niño y
tu mente era demasiado inocente para comprender todo lo que sucedía a tu
alrededor, me agarrabas la mano para ir al supermercado y me pedias que fuera a
las reuniones de la escuela, tu mirabas risas, juegos, cantos y bailes, para ti
todo era perfecto cuando eras niño.
Ayer tenías 7 años y
me mirabas por la ventana cuando me iba al trabajo y me esperabas en la sala
cuando regresaba incluso si regresaba a las ocho de la noche, siempre pensé que
eso te aburría y luego noté que lo hacías porque yo era la única que te
revisaba la tarea de la escuela.
Ayer tu tenías ocho
años y un niño te pegó en la escuela, y llegaste llorando a la casa y entonces
yo fui a la escuela y maltraté a la maestra y le grité en la cara a la madre de
ese odioso niño, porque a mi hijo nadie lo tocaba. Ese día estuviste orgulloso
y yo también.
Ayer tu tenías nueve
años y te daba igual enseñarme la tarea, ya te encontraba dormido cuando
regresaba del trabajo y veía un 7 en tus calificaciones, pero no habías
cambiado, solo necesitabas alguien que te ayudara en el día y lastimosamente yo
no podía.
Ayer tenas 10 años y
ya no me agarrabas la mano cuando íbamos al supermercado porque te daba
vergüenza, ya no pedias que fuera a las reuniones de la escuela porque no
tenían importancia.
Ayer tenías 11 años y
me reclamaste por no pasar más tiempo contigo, y yo no dije nada, pero estando
sola lloré, no por lo que dijiste, sino porque yo no podía hacer nada, porque
no te había dicho que ese hombre que estaba en la casa no era tu padre, que él
no podía compensar ese amor que no te daba, él no te amaba, y hacia cosas
dañinas cuando yo no miraba.
Ayer tenías 12 años y
ya tenías padrastro y no lo sabias, veías a un hombre a diario que nunca cambió
tus pañales, nunca te llevó al supermercado de la mano, nunca te vio reír
cuando eras niño, nunca te ayudó con la tarea. Y te encerrabas en tu habitación
a ver televisión porque yo no llegaba en todo el día, y cuando por fin llegaba
ya estabas dormido y te acobijaba y me sentaba a tu lado a hablar, aunque no
escucharas.
Ayer tenías 13, y ya
no tendrías una madre jamás, y no sabías por qué y llorarías mucho, aunque yo
te dijera que no lo hicieras. Pero tenías que ser fuerte, o sino no llegarías a
tus 14.
Y luego tendrías 15 y
serias un joven con grandes sueños, un gran escritor, y tendrías un padre.